Durante años me parecía todo lo contrario. La verdad que es un consejo que encaja muy bien con la forma de ver el mundo que sueles tener cuando eres joven. Todo es una mierda, nadie sabe nada y tu si que entiendes cómo deberían de ser las cosas. ¿Por qué narices deberías cambiar?
Años después la vida te va dando pistas. Si las vas recogiendo y encajando unas con otras, el puzzle dice: “no tenías ni p%&@ idea”.
Como cualquier frase corta tipo Mr. Wonderful, “se como eres” encierra un mensaje muy potente pero también muchas ideas envenenadas que son las que permean en la mayoría. Eso la convierte en una frase más utilizada como caparazón defensivo para evitar tener que evolucionar que como una herramienta de crecimiento.
Cuando lo miro con perspectiva, reconozco que en el pasado me he comportado como una persona que no me gusta (y la sigo liando).
En el momento no me faltaban motivos, y tampoco me sobraba conocimiento.
Durante años el “se como eres” me servía como excusa para no tener que evolucionar, para justificar reacciones exageradas a las cosas, para no hacer un ejercicio de autoanálisis para mejorar como persona.
Solo cuando te das cuenta que el “se como eres” choca frontalmente con quien quieres ser, y también choca con la felicidad de las personas con las que quieres estar y con los objetivos que quieres alcanzar, es cuando empiezas a enterrar esa fantasía de juventud y empiezas a ver cómo narices evolucionar.
Compórtate como quién quieres ser
La frase debería ser más bien “se quién quieres ser”.
Ser un gilipollas cuando te sale de forma natural no es que suponga ningún logro. Incluso ser una buenísima persona que, por exceso de confianza y evitar confrontaciones, acaba siempre sufriendo, también es fácil cuando tus circuitos internos funcionan de forma natural de esa forma.
Lo jodido es crecer, es evolucionar. Pero ahí es donde está el retorno.
No se cuántas veces habré escuchado en mi vida que las personas no cambian. Y cuando compraba eso de “se quién eres” también me creía que era imposible cambiar.
Esa mentalidad fija está imbuida en nuestra sociedad y, sobre todo, es algo fácil de digerir para todos nosotros. No solo eso, si no que nos ayuda a hacer la digestión de todo lo que tragamos siendo “nosotros mismos”.
Cambia quién tiene un motivo que realmente desea
La realidad siempre es más compleja y tiene infinidad más de matices. La gente es capaz de cambiar, pero el proceso es tan duro que has de necesitar un buen motivo.
Hay gente que cambia radicalmente cuando cambia de pareja, porque eso le facilita el proceso de construir un nuevo yo.
Hay otra gente que cambia cuando le pasa una situación extrema en su vida, algo que les abre del todo los ojos y les hace reflexionar.
Muchos intentan cambiar dedicando poco esfuerzo y consiguiendo resultados tan poco visibiles que enseguida se ven enterrados por sus hábitos antiguos del día a día.
Todo sea dicho que hay muchos que ni lo intentan, para estos el “se como eres” es ley de vida, un descargo psicológico para dormir bien por las noches.
Pero también somos muchos que cambiamos (y tratamos de cambiar, que no todo se consigue) día a día. Encontrando la motivación en nosotros mismos y la gente que nos rodea. Pensando en quién queremos ser y no en quién hemos venido siendo.
Las verdades que encierra el “se como eres”
Habiendo despejado la mayor, si que me gusta profundizar en las derivadas del se como eres, en donde no se suele pensar pero se encuentran cimientos muy interesantes para trabajar.
Deconstruyendo el “se como eres”, me encuentro estos puntos interesantes. Quizás me deje alguno, así que encantado de escucharte o leerte si tienes algo que contar (bienvenidos sean los comentarios! 😄):
Entiéndete a ti mismo. Suena fácil pero es harto complejo.
Me he “soportado” a la fuerza (lo que tiene estar obligado a vivir con uno mismo) durante muchísimos años. Ha sido a partir de los 30 y mucho más cuando estaba cerca (y superando) los 40 cuando he empezado a entenderme mucho mejor. He ido comprendiendo por qué siento algunas cosas, por qué tengo determinados comportamientos, etc.
Y no me entendía antes, en gran medida, porque no lo había intentado. Estoy seguro que hacer el esfuerzo de entenderse en profundidad desde muy joven tiene un retorno incalculable.
Tardé muchísimos años en entender que soy una persona introvertida. De hecho, llegué ahí después de leer mucho y dar con muchos textos y referencias sobre los distintos tipos de personalidades en cuanto a la relación con los demás y nosotros mismos.
Cuando leí por primera vez sobre los introvertidos cada coma sintonizaba con mi forma de sentir. Fue un gran alivio sentir que no era (simplemente) un ‘grillao’ y que lo que sentía era algo normal. Me permitió empezar a darme tregua y ser más conscientes de mis necesidades como persona.Respétate a ti mismo. Una vez que te entiendes es mucho más fácil respetarte a ti mismo, pero también tienes que hacer ese esfuerzo de forma consciente.
Aún siendo introvertido, disfruto de muchas interacciones sociales y, de hecho, hablo cada semana con decenas de personas distintas incluyendo conversaciones profundas tanto personales como profesionales, en podcasts, etc. Pero cada conversación me quita un poco de energía, al igual que cada interacción social agradable llena la pila de una persona extrovertida como es Mon, mi mujer.
Respetarme, a este respecto, es respetar mis límites, permitirse estar solo los momentos que necesito estarlo, alejarme del “ruido” cuando estoy cerquita de estar sin energías y, sobre todo, no juzgarme continuamente por todo lo que hago en relación a todo esto.
Desde que me respeto algo más en estos puntos, no solo he mejorado muchas sensaciones y como me siento en distintas situaciones, si no que también he mejorado mi relación con mi mujer y también con amigos y gente cercana porque puedo explicar cómo me siento en determinados momentos.
Procuro respetarme y cuidarme para estar suficientemente bien como para cuidar y respetar a los míos como se merecen en lugar de llegar a puntos de saturación donde descarrilo.Valora tus puntos positivos. Porque tendemos a focalizarnos únicamente en nuestras mierdas.
El bueno de Lucas (el gran Calvo con Barba) me decía hace tiempo que “cada uno tenemos nuestra pedrada”, y cuanta razón tiene.
Todos tenemos nuestras rarezas, nuestras peculiaridades, nuestros puntos débiles y fuertes. Y, de hecho, por lo general nuestros puntos fuertes suelen ser nuestros puntos débiles en otras situaciones.
Soy una persona que tiende a estar pendiente de todo, tenerlo todo en la cabeza, ser responsable, constante… suena todo muy bien y esta forma de ser me aporta mucho ya que lo que he conseguido es gracias a esto.
Pero también es mi perdición porque me cuesta dejar pasar las cosas, desconectar, tomarme algo a la ligera…
Conozco muchas personas que son casi la antítesis a esto. Viven mucho más el presente, se olvidan fácilmente de las cosas, y todo eso les permite ser mucho más felices en multitud de situaciones. Eso si, esa forma de ser que les permite vivir mucho más el presente les suele llevar a dejar muchas otras cosas de lado.
No hay bien ni mal, hay momentos donde tus características clave van a convertirse en aliados y, en otros momentos, en tus peores enemigos. Conociéndote y respetándote, serás capaz de entender mejor cómo sacarle el máximo partido a esos puntos fuertes y también cómo trabajarte para limar los efectos negativos de los mismos.
Perdónate cada día: al igual que perdonas a los demás.
Solemos tener la capacidad de dejar pasar muchas cosas, lo cuál es muy sano, pero muchos no somos capaces de dejar pasar lo que hacemos nosotros mismos.
Nos enquistamos analizando y reanalizando pequeñas tonterías que hemos hecho mal, fallos, o simplemente cosas que al volvernos a ver, escuchar o rememorar en la cabeza, nos hace sentir como unos idiotas.
Me suele pasar casi en cada podcast, o en algunas conversaciones donde he dicho algo sin pensar demasiado. También en situaciones sociales donde llevo horas interactuando con gente y ya mi cuerpo me pide “huir” y a veces tiendo irme a la francesa sin despedirme o quizás de forma algo precipitada.
Muy seguramente solo me de cuenta yo de estas cosas, al igual que solo tu te darás cuenta de esas cosas que luego te atormentan.
La clave está en aprender a perdonarte a ti mism@, al igual que perdonas o dejas pasar lo de los demás. Porque no es que no seamos perfectos, es que no existe la perfección. Existe el ir sobreviviendo, el ir balanceando distintos aspectos.
Ser capaz de analizar algunos comportamientos para aprender pero, rápidamente, dejarlos pasar y no darles demasiada importancia, nos permitirá centrarnos en lo importante (aprender, disfrutar y vivir) y no gastar toda nuestra energía mental en cosas que no van a ningún lado.Quiérete: cada día un poquito más.
Lo más importante que encierra el “se como eres” es el aprender a quererse a uno mismo como conclusión de entenderse, respetarse y perdonarse a uno mismo cada día.
Somos la única persona con la que vamos a convivir cada segundo de nuestra vida. Más nos vale tener una buena relación 😄
Lo que trata de ocultarte el “se como eres”
Por lo general, el “se como eres” suele favorecer el autoproteger nuestro ego y evitar el aprendizaje. Nos coloca una coraza que evita que podamos crecer a nuestro máximo potencial.
Cuando nos camuflamos detrás del “se como eres” en lugar de centrarnos en el “se como quien quieres ser” no pensamos en aspectos importantes como:
¿Qué comportamientos te gustaría potenciar?
Puede que quieras empezar a ser una persona que hace más que dice que va a hacer. O que quieras tener una mejor alimentación y hacer más deporte. Quizás te gustaría ser capaz de recibir mejor el feedback, o evitar confrontaciones incómodas ante pequeñas situaciones de la vida que no van a ningún sitio.
Para poder centrarnos en trabajar la forma en la que reaccionamos y nos comportamos ante determinadas situaciones, primero debemos evitar el ponernos a la defensiva.
Y es complejo porque ponerse a la defensiva es un comportamiento instintivo.
Ante situaciones que quiero cambiar, suelo empezar escuchando un enanito gruñón dentro de mi cabeza. Un gruñoncete que siempre tiene una excusa o algún motivo para no cambiar.
Mi conversación es con él. Desmonto sus argumentos para que desaparezca y me pueda enfrentar al cambio en mis comportamientos y hábitos para facilitar el llegar a donde quiero llegar.
Y, a veces, forzar ese cambio requiere que genere hábitos o inversiones de tiempo como ponerme a escribir esta newsletter que me ayuda a reflexionar sobre mi mismo, a compartir y exponerme, hacerme vulnerable como un mecanismo para forzar el cambio.¿Cómo te gustaría sentirte cada día al levantarte?
O, como poco, qué no te gusta sentir cuando te levantas cada día.
Esto está extremadamente conectado con el punto anterior de los comportamientos ya que, para sentirnos de formas distintas, tendremos que comportarnos de formas distintas.
Por distintas situaciones del pasado y forma de ser, yo tiendo a sentirme estresado nada más despertarme. Por eso trato de hacer deporte, pasear y tener momentos introspectivos cada mañana. No dejar que esas sensaciones no tan buenas dominen mi día a día y mi relación con los demás, si no ser capaz de ponerlas en orden y trabajar (poco a poco, por desgracia), el cambio hacia otro tipo de sensaciones.
Tengo claro lo que quiero sentir cada día al despertarme. Que es lo que ya siento en parte pero se queda reducido a cenizas cuando tengo otro tipo de malas sensaciones que tienden a inundarlo todo.
Quiero sentir la alegría que me da dedicarme a lo que me gusta, el disfrute de crear proyectos, contenidos y cualquier tipo de cosa. Sentir la alegría de mi hijo y de los míos y no el miedo a las cosas malas que pueden pasar.
El qué quiero sentir cada mañana al levantarme es, para mi, un faro que guía mis esfuerzos en cambios de comportamientos y de hábitos. Un faro a veces tenue, porque hay muchas tinieblas, pero un punto en el que fijarse siempre que se puede para no dejar que tu vida se guíe por lo que no importa.¿Cómo te gustaría hacer sentir a la gente que quieres?
El cómo nos comportamos, el cómo nos sentimos, tiende a condicionar el cómo nos comportamos con la gente a la que queremos y con quien compartimos nuestro día a día y, por ende, en cómo les hacemos sentir.
Pensar en “soy como soy” y quedarse tranquilo es una excusa barata para no cuidar a los tuyos y pagar con ellos muchos de tus miedos, frustraciones y todo aquello que no has sido capaz de trabajar y mejorar.
Resulta clave ser conscientes en cómo interactuamos con los demás, pidiendo perdón (y perdonándonos también) cuando la cagamos, reconociendo nuestros errores antes incluso de que nos pidan explicaciones, siendo amables y tratando de dar lo mejor de nosotros a quiénes más queremos.
Y cuento esto porque yo lo he hecho mal una y mil veces y sigo cagándola. Pero el mero hecho de reflexionar cada día, en multitud de momentos, sobre cómo mi forma de actuar condiciona los comportamientos y sentimientos de la gente de mi entorno, ha sido y sigue siendo uno de mis grandes motores del cambio. Así como uno de mis motivantes para cambios que me resultan más complejos y donde tengo que invertir muchas más energías.
Se quien quieres ser
Me repito lo mismo la mayoría de los días: quizás no pueda ser hoy quién quiero ser el día de mañana porque la sigo cagando en mil aspectos. Pero lo que si puedo hacer es empezar a comportarme como quién quiero ser y al menos ir avanzando el camino
Y, al igual que no me conformo conmigo mismo excusándome en el soy como soy, tampoco utilizo esa frase como un escudo preserva amistades cuando alguien a quien quiero me cuenta lo que ha hecho mal o cómo se siente ante determinadas situaciones.
Si quieres a alguien, decirle “se como eres” es más un castigo que una bendición.
Si quieres a alguien tratas de ayudarle a entender quién quiere ser y dejar de lado todos los comportamientos que le llevan a descarrilar una y mil veces.
Porque cuando nos dicen una y mi veces el “se como eres” de las narices, acabamos siendo toda la vida como somos. Unos egocéntricos gilipollas que, quizás de jóvenes hacemos gracia, pero nos compartimos en personas mayores que la lían allá por donde van, que van levantando siempre ampollas, que no consiguen terminar lo que empiezan, ni mejoran en ningún aspecto de su vida.
Aunque cueste, y quizás justo por eso, porque cuesta mucho, prefiero enfrentarme a la vida trabajando el ser quién quiero ser y no conformándome con quién soy a día de hoy.
Mis otras cosas
Esta semana he entrevistado a uno de los emprendedores con más energía y ganas de comerse el mundo que conozco. Dejó su trabajo de consultoría para irse a fregar platos en Australia y, desde ahí, ha montado un super negocio digital que mueve +20M€ al año. Muy grande Goiko Llobet de GrowPro.
El grande de Pol Rodiguez, mi socio en Mumbler (y uno de mis referentes), se ha cascado un súper episodio del podcast explicando cómo hacer crecer un podcast con clips de videos.
Mis libros
En “PsychoGrowth I: Hackeando el cerebro de tus compradores” profundizo en cómo podemos usar los sesgos cognitivos y el funcionamiento del cerebro de nuestros usuarios para afectar a su toma de decisión.
En “Futuros Posibles” recopilo los mejores relatos de ciencia ficción que abordan cómo la ciencia y la tecnología van a moldear nuestra sociedad.
Recientemente he leído el libro de "Los cuatro acuerdos" y tú reflexión me ha recordado todo lo aprendido. Evolucionar es una pasada y más cuando te entiendes a ti mismo/a y empiezas a comprender cómo interpretas lo que nos ocurre. Muy buena reflexión y comienzo. Enhorabuena!
Enhorabuena por el artículo, me he sentido plenamente identificado, en muchas ocasiones mis virtudes y forma de ser, constante, preciso con valores me han hecho esclavo de mi mismo y no dejar ver las cosas positivas que nos rodean y me impiden poder crecer.