Es curioso cómo funciona nuestra cabeza. Ante cualquier cambio, grande o pequeño, lo primero que hacemos es imaginar todos los posibles desastres.
Perderlo todo, hacer el ridículo, equivocarnos, quedarnos solos. El catálogo de miedos es infinito. Pero rara vez nos hacemos una pregunta que puede cambiar totalmente nuestro enfoque: ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Hacernos esta pregunta nos obliga a poner las cartas sobre la mesa. Y muchas veces, al hacerlo, nos damos cuenta de que el miedo no es tan grande como lo imaginábamos. Pero, sobre todo, nos permite pasar de la parálisis a la acción.
Y es que el miedo es un gran director de cine. Se sienta en tu mente y empieza a rodar una película sobre todo lo que podría salir mal: el fracaso, la vergüenza, el “te lo dije”. Pero aquí va el truco: esas películas son ficción. No son tu realidad. Son solo proyecciones de lo que temes, no de lo que inevitablemente va a suceder.
Cuando te preguntas ¿qué es lo peor que puede pasar?, estás encendiendo las luces del cine y viendo el set por lo que es: un espacio donde puedes ensayar, equivocarte y volver a intentarlo.
¿Por qué no solemos preguntárnoslo?
Porque a veces nos da más miedo la respuesta que la incertidumbre. Pensamos que, al nombrar el peor escenario, este se volverá más real. Pero la realidad no es esa.
Nombrarlo es enfrentarlo. Y enfrentarlo es la primera forma de desactivarlo.
La mayoría de las veces, lo peor que puede pasar es mucho menos catastrófico de lo que imaginamos. Tal vez pierdas algo, sí, pero la mayoría de las veces lo que ganas (aprendizaje, experiencia, crecimiento…) supera con creces el riesgo.
Cuando nos preguntamos ¿qué es lo peor que puede pasar? podemos:
Desglosas nuestros miedos: ¿Qué es exactamente lo que te da miedo? Escríbelo. Dale forma. Siéntate con ese miedo como quien habla con un viejo amigo. Pregúntale: “¿Eres realmente tan grande como pareces en mi cabeza?”
Diseñar un plan B: Una vez que sabes lo peor que podría pasar, podemos diseñar una alternativa. ¿Qué puedo hacer si sucede esto? Tener un plan de contingencia no solo reduce el miedo, sino que te da poder sobre la situación.
Cuantificar el riesgo: Muchas veces, nos damos cuenta de que el impacto del peor escenario no es tan grande como creíamos. ¿Pierdes dinero? Puedes recuperarlo. ¿Te equivocas en público? Lo superarás. ¿Fracasa tu proyecto? Es solo un capítulo, no el libro entero.
Centrarnos en el otro lado de la moneda: También es interesante complementarlo haciéndonos la pregunta inversa: ¿Qué es lo mejor que podría pasar? Ahí, donde están las posibilidades, también está el cambio que quieres que suceda. Y esa visión merece al menos el intento.
Mi peor escenario (y lo que aprendí de él)
Durante muchos años viví una situación de mucha incertidumbre. Lo he contado varias veces con unos años donde mi proyecto (BrainSINS) no hacía más que caer hacia abajo. Cuando llegaba a mi límite mental siempre me preguntaba: ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Evidentemente la respuesta no era lo que quería, pero tampoco tan desoladora. En el peor de los casos, si lo perdía todo, siempre podía volver a casa de mi madre, que se que nos acogería con cariño a mi pareja y a mi mientras remontábamos el vuelo. Incluso en momentos complicados, mi situación es mucho mejor de que que cabrían esperar muchas personas. Esta pregunta te da mucha perspectiva.
Construir desde ese peor escenario que no resulta tan malo, te hace más fuerte para poder soñar y apostar por los mejores escenarios. Quitarte (al menos temporalmente) algunos miedos viscerables y centrarte en lo que puedes hacer para cambiar las cosas.
A día de hoy, cada vez que aparece un nuevo reto que me lleva a esos puntos de incertidumbre máxima, vuelvo a hacerme esa pregunta. Porque al final, lo peor no es equivocarte. Lo peor es quedarte quieto, con miedo, mirando desde la barrera cómo la vida pasa mientras tú te preguntas qué habría pasado si hubieras dado ese paso.
Te invito a sentarte un rato con tus miedos. Pregúntales qué es lo peor que puede pasar. Y luego, pregúntate también qué es lo mejor. Porque quizá, al final, lo único que necesitas es recordarte que puedes con esto, pase lo que pase.
Un abrazo,
Corti a 24 de enero de 2025
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Y también creo que es algo que va con la naturaleza del hombre, por un tema de roles como proveedor ancestral, con el que nos castigamos mucho.
Creo que hay mucho de tu "yo profesional" a la hora de enfrentarte a este tipo de cosas, ¿verdad? Hay experimentación, probar a romper cosas, fallar y seguir adelante...
En el peor de los casos, por suerte, no somos cirujanos :)