Para crecer hay que exponerse a pensamientos y situaciones fuera de lo común, ir mucho más allá de lo cotidiano, llegar a esos puntos donde habitualmente no se llega.
Y como este espacio es un espacio de crecimiento máximo, llevo tiempo pensando en abrir, de vez en cuando, una puerta a otras cabezas, otros mundos de pensamientos, reflexiones y formas de ver el crecimiento.
Hoy es el día. Llega la primera edición de Sobre Crecer escrita por un invitado. Y, claro está, no podía ser un invitado cualquiera. Necesitaba que fuera alguien que fuera a dejar un potente poso.
Pensando en quién traer a Sobre Crecer, me venía continuamente una conversación que tuve con el gran Felipe Polo sobre emprender, tener hijos y reconstruirse a uno mismo. Una conversación que conectó con muchos pensamientos en mi cabeza. Felipe tenía que compartirlo en Sobre Crecer. Y, por suerte, aquí le tenemos 😍
Felipe es un emprendedor humanista, alguien que ha tenido mucho éxito en los negocios gracias a apoyarse en un entendimiento profundo de las relaciones humanas, del crecimiento personal y del crecimiento de los equipos.
Hace poco lo teníamos en Escalando Agencias contando su experiencia creando una consultora de desarrollo de software en el Reino Unido, que escaló hasta los 9M€ de facturación y que vendió recientemente.
Ahora Felipe ayuda a otros emprendedores a escalar sus equipos y sus compañías desde teamhackers y es un auténtico placer aprender de él. Os invito a leer esta reflexión onírica donde cuenta sus aprendizajes de crecimiento en el momento más importante de su vida.
4 de Febrero de 2021, 5:25 de la mañana.
Una gota de sudor cayendo por mi cara me recuerda que llevo más de 20 horas con la mascarilla puesta, y mi corazón no puede latir más deprisa. Mi chica grita, agotada.
Es una ventosa la que finalmente acaba asistiendo a mi hijo para que empezara a escribir su propia historia en este mundo.
Esta vez son dos chorros de lágrimas los que se deslizan por mis mejillas.
Mi nene ya estaba aquí.
Ocho meses atrás, otra gestación muy diferente había comenzado: la venta de mi compañía.
Después de siete años esprintando, estábamos a punto de cerrar el capítulo profesional más bonito y retador de mi vida.
Mientras mi hijo de pocas semanas de edad dormía en su carrito, abrí mi aplicación de correo en el móvil. El documento de compraventa estaba circulando con las primeras firmas.
Se estaba haciendo real.
En menos de un mes había nacido mi primer hijo y vendido mi empresa. Algo maravilloso salió de mi vida, y algo infinito entró en ella.
Pero este proceso, que sobre el papel mucha gente firmaría, hizo temblar todos mis cimientos más profundos.
Semejante sobredosis de cambio supuso un terremoto que removió mi identidad al completo, como placas tectónicas en movimiento.
Imparables. Inevitables.
Esto me llevó a cuestionarlo todo: quién soy, qué valoro, qué quiero hacer con mi vida.
Todo.
La paternidad me estaba convirtiendo en algo que aún no entendía, y se abrió un camino de crisis y transformación personal sin precedentes para mí.
Y las palabras que elegí me ayudaron a atravesarlo.
Haber vendido mi compañía sólo hacía que la presión sobre mí fuera mayor, porque “debería” estar encantado con la situación.
Se suponía, ¿no?.
¿Quién dicta lo que deberías o no deberías sentir?
Me quedaba aprender la compasión.
“Pero has vendido tu compañía”, me repetía. “Has tenido un hijo precioso y sano”, me decía.
¿Cómo repetirte ese mantra te está ayudando?
Hasta ahora algunos de mis superpoderes habían sido la organización, la disciplina, la visión estratégica.
Hasta ahora me había sentido sólido como una roca.
Pero eso ya no me funcionaba. Me sentía arena. Desmoronado.
Oye, ¿y si en vez de roca ahora eres bambú?
Me quedaba aprender la flexibilidad.
A veces cuando estás en un lugar oscuro piensas que has sido enterrado, pero en realidad has sido replantado a un terreno más fértil. Donde te esperan otras cosas.
¿Para qué te dices eso que te dices?
Me quedaba reforzar mi resiliencia.
Compartir estas palabras con mis seres más queridos (y ahora en público) no me hacen más débil - me hacen más fuerte.
Y más humano.
¿Qué beneficio tiene para ti hablarte así?
Me quedaba por aprender la vulnerabilidad.
Tenía pendiente todos estos aprendizajes, pero ellos me han renovado, me han reciclado, me han dado nuevos y mejores superpoderes.
Me quedaba aprender que el lenguaje modela tu emoción, y tu emoción delimita tu experiencia vital.
¿Cuánto te impulsan las palabras que utilizas contigo mismo?
También entendí que no habría podido resolver la pregunta ¿qué quiero hacer? sin resolver primero la cuestión ¿qué quiero ser?
La identidad va siempre por delante.
De toda esta experiencia aprendí la importancia del lenguaje en los tiempos de cambio.
Cuida tu narrativa.
Cuida lo que te dices.
Cuida cómo te lo dices.
Cuídate.
Tus palabras te pueden elevar - o te pueden anclar y frenar.
Confía en el proceso, y apóyate en el lenguaje.
Las palabras se eligen, y tienen mucho poder.
Transforman tu mundo.
Escoge bien.
Firmado: Felipe Polo
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En “Futuros Posibles” recopilo los mejores relatos de ciencia ficción que abordan cómo la ciencia y la tecnología van a moldear nuestra sociedad.
Palabras que transforman tu mundo
Excelente tu boletín. Gracias