Hay decisiones que te paralizan. Tienen tantas implicaciones, tantas ramificaciones, que llegan a desbordar tu capacidad de pensamiento, te agotan, y acabas o bien sobresaturado y superado o bien dándole una patada adelante deseando que cuando te la vuelvas a encontrar, tengas las cosas más claras.
Spoiler: casi nunca tendrás las cosas más claras cuando te la vuelvas a encontrar. Y, por lo general, las patadas hacia adelante hacen que los balones que te encuentras de vuelta tengan una incercia ciertamente arrolladora.
Como cualquier persona adulta, me he visto envuelto en varias de estas decisiones. Y, aunque tiendo a echarle narices y tirar adelante, he estado a punto de llegar a la parálisis y sobrecaliento del sistema por análisis en más de una ocasión.
Casi todas esas decisiones eran decisiones “para toda la vida”. Decisiones que implicaban un nivel de pensamiento y predicción del futuro que ni Rappel en sus mejores tiempos.
¿Qué carrera estudiar (dudaba entre Periodismo, Informática y Arquitectura, disperso desde un inicio) teniendo en cuenta que iba a ser mi profesión para toda la vida? ¿Mudarme a Alicante a vivir saliendo así de Madrid y cambiando mi lugar de residencia para siempre? ¿Cuál es el momento adecuado para tener un hijo teniendo en cuenta que te cambia la vida para siempre?
En su día pensaba que esas decisiones eran para siempre. A día de hoy tengo claro que (prácticamente) no hay decisiones para siempre. Porque, como decía Bunbury, para siempre es mucho tiempo (¡joder, que discazo sigue siendo Avalancha!).
Aprendimos cuando para siempre era lo mejor que podías aspirar
Mi madre se crió en una pequeña aldea del interior de Galicia. De pequeña nunca pasó hambre, pero los juguetes los conoció prácticamente cuando yo era niño. Sus mejores pasatiempos en la infancia y adolescencia era hacerle alguna putadilla a las vacas cuando las sacaba a pastar o ir de excursión al pueblo más cercano, lo que suponía varias horas en cada trayecto y volver andando por mitad del monte por la noche.
Su tía Lola (que para mi siempre fue una de mis abuelas) fue profesora y gracias a eso, y a los esfuerzos familiares, mi madre acabó estudiando Magisterio en la Universidad, haciéndose funcionaria y teniendo un trabajo para siempre. Con el contexto que vivieron, que mi madre tuviera un trabajo decentemente pagado para toda la vida, era un gran hito.
Ese era el contexto en el que vivieron nuestros padres y nuestros abuelos. Una realidad mucho más cruda que la que vivimos hoy en día. Unos tiempos donde la incertidumbre era cruel de verdad.
Los contextos formas necesidades, líneas de pensamiento, y a largo plazo sesgos. Formas de ver la vida aprendidas de generaciones anteriores donde la realidad era muy distinta.
Por eso casi muchos aprendimos desde pequeños que tener un trabajo para siempre era algo a lo que aspirar. Que lo ideal es que te casaras y tuvieras una pareja para siempre. Que aprendieras una profesión con futuro porque eso iba a ser para siempre. Eran unos años duros y todo iba mucho más despacio. Fuera del para siempre hacía mucho frío.
Para siempre es mucho tiempo
Pero esto ya no pasa, nuestro mundo, nuestra realidad palpable ha cambiado de forma radical y el ritmo del cambio es tan fuerte que para siempre ya no es que nos parezca mucho tiempo, simplemente es un chiste de mal gusto.
En mi experiencia personal, todo lo que pensaba que es para siempre ha ido cambiando con el tiempo. Estudié informática pensando que renunciaba al periodismo y a la construcción de cosas que era lo que me daba la arquitectura, y me he pasado media vida, además de desarrollando, escribiendo contenidos, generando nuevos medios y construyendo proyectos y empresas de todo tipo.
He sido consultor, emprendedor sin saberlo, emprendedor sabiéndolo, fracasado en varias ocasiones, a ratos he sentido cierto triunfo, he sido profesor en la universidad, investigador, he puesto algunas copas de joven y no descarto dedicar alguna época de mi vida a la música electrónica.
Me mudé a Alicante con ganas pero acojonado y ahora me vuelvo a mudar pero nos quedamos en el mediterraneo (Benicassim, ¡ahí vamos!). Esta vez compramos una casa, y aunque eso parezca que es para siempre, yo tengo claro que para siempre es mucho tiempo. Ese pensamiento me ha ayudado a tomar el paso, porque si no hubiera descarrillado a medio camino.
Hace tiempo que dejé de tomar decisiones para siempre, y eso me ha ayudado y sigue ayudando. A veces todavía me vuelvo loco perdido dándole vueltas de más a las cosas (uno salió mal de fábrica, que le vamos a hacer…) pero he encontrado mi forma ya no solo de no paralizarme en la toma de decisión, si no de facilitar la digestión de estos cambios.
En mi caso, sigo una serie de principios, no llegan a ser reglas escritas en piedra, más bien pensamientos y procesos mentales que me ayudan al proceso de toma de decisión. Estos principios son:
1. El cambio es la única constante
Siempre me recuerdo que el cambio es la única constante.
Quizás nuestros padres o abuelos no lo tuvieran tan claro porque el cambio no era tan evidente entonces. Pero nosotros no tenemos excusa, hemos vivido en primera persona muchísimos cambios en cuanto a tecnología, sociedad y estamos suficientemente informados para entender cómo era el mundo hace apenas 40-60 años.
El cambio va a suceder, te guste o no. Como eso es así, hace años que me propuse entrenarme. Para ello, ante la duda entre dos opciones, le doy preferencia a la que suponga un cambio.
Esto no quiere decir que esté continuamente cambiando. Simplemente supone darle un empujoncito a probar nuevas cosas.
Un ejemplo tonto: si voy a un restaurante puede ser que me apetezca muchísimo algo que suelo pedirme y en ese caso tiro adelante con eso. Si no tengo claro lo que quiero comer, aprovecho a buscar algo que no haya probado nunca. Fuerzo la exploración.
Quizás esto no tenga un impacto brutal de forma directa. Pero como todo en esta vida se aprende entrenando, haciéndolo una y mil veces, es una forma de educar al cerebro a tener menos aversión al cambio.
2. Decisiones de tipo 1 y de tipo 2
Hace años descubrí el framework que usa Jeff Bezos para la toma de decisión y me parece una herramienta clave. Para Bezos, existen dos tipos de decisiones:
De tipo 1 o irreversibles: Decisiones que diríamos “para toda la vida”. Como pueda ser irte de tu trabajo o vender tu empresa. Decisiones que no tienen vuelta atrás.
De tipo 2 o reversibles: Decisiones que puedes deshacer fácilmente o con bajo coste. Por ejemplo un cambio de pricing o el esquema de colores de un producto.
En las empresas se suelen tratar todas las decisiones como si fueran de tipo 1. Se gasta mucho tiempo en tomar la decisión, en analizar los pros, contras y cada detalle. Y esto es un sin sentido, porque en el tiempo que tardas en tomar la decisión, podrías haber probado el cambio y deshacerlo si no funcionaba correctamente.
La mayoría de las decisiones son del tipo 2, totalmente reversibles. Este tipo de decisiones, ya bien sean profesionales o personales, es mejor tomarlas rápido, ver los resultados y ajustar lo que haga falta. Solo hay que estar preparado para que algo salga mal y tener la cintura suficiente como para ajustar o volver atrás.
En nuestra vida, el 99,9% de las decisiones son del tipo 2. Así que menos darle vueltas y más acción.
3. Nunca vas a tener toda la información necesaria
No nos gusta equivocarnos. Y escribiendo esto me digo a mi mismo: “pues toma, claro que no nos gusta equivocarnos. Sería de tontos…”.
Y ese es el problema. Que asumimos que equivocarnos es de tontos, y no de gente echada adelante que prueba cosas y aprende más rápido que el resto.
Tenemos un sesgo que prima el que no nos equivoquemos a que aprovechemos buenas oportunidades. Y ese sesgo nos lleva a intentar tener toda la información necesaria para tomar la mejor decisión.
Pero, ¡ay, amigo! las decisiones perfectas no existen. Y nunca vas a tener toda la información necesaria. Vivimos en un universo que es puro caos, así que hay que acostumbrarse.
Esto conecta mucho con el modelo mental de Bezos, que prima la rapidez en la ejecución en todo aquello que es reversible. Si una decisión es del tipo 2, no te hace falta tener ni el 70% de la información necesaria. Con tener una buena intuición y unos datos mínimos, puedes echarte a andar e ir extrayendo más información según vas avanzando, que va a ser una información más clara y precisa.
Si te descubres a ti mismo diciéndote “necesito más información para tomar decisiones, ya otro día lo termino de ver” pégate una colleja y déjate de chorradas.
4. Calcular el coste de una mala decisión
Esto me ayudó bastante a tomar la decisión de irnos a vivir a Alicante. Tuve unos días de casi bloqueo mental y aunque me moría por salir de Madrid, el miedo me bloqueaba.
Un día me senté, investigué sobre los contratos de alquiler y descubrí que a partir del mes 6 podía cancelar el contrato con una penalización mínima (pagar 1 mes por cada año de contrato que faltara por cumplirse). Teniendo esto claro hice mis cálculos y a partir del mes 6 el coste del “experimento” de irnos a vivir fuera se reducía a la mudanza, medio mes de alquiler y algunos dolores de cabeza. Incluso si la decisión fuera muy mala, sabía que tenía el riesgo limitado a pagar 6 meses de alquiler.
Teniendo claro lo que nos costaba esa decisión si salía mal, fui mucho más feliz y pude avanzar sin tanto bloqueo mental. Los miedos seguían ahí, pero al menos había tangibilizado las consecuencias de un posible error y la verdad, no eran para tanto.
Ahora que nos compramos una casa el esquema de costes es distinto. Pagas un 10% del coste de la casa en impuestos. Suena a que la cagada puede ser abismal. Pero siguiendo el mismo esquema se reducen los miedos. Excel en mano, calculas los costes y al final te das cuenta que esos impuestos son el equivalente a dos años de nuestro alquiler actual. Un periodo de tiempo que no es para tanto, mucho menos “doloroso” que la sensación que tenía encima.
Por lo general te agobias más por lo que no conoces que por lo que conoces, así que dejarlo todo blanco sobre negro te ayuda a no estresarte tanto con las decisiones importantes.
5. Calcular qué vas a ganar con el cambio
La semilla del cambio la suele plantear una idea de posible mejora, algo que quieres conseguir, un sueño…
Pero cuando el cambio es de envergadura y nos empezamos a perder por los caminos del análisis de todo tipo de consecuencias, esa semilla del cambio acaba perdiéndose debajo de una multitud de nubarrones negros.
Al igual que tangibilizar lo que puedes perder te ayuda a no tener tanto miedo, tangibilizar lo que puedes ganar de ayuda a estar más seguro de lo que quieres conseguir.
Un claro ejemplo lo tenemos cuando nos cambiamos de trabajo. Si te cambias de forma voluntaria, muy seguramente es porque quieres vivir una nueva experiencia, aumentar tu salario, trabajar en una empresa que te motiva… de esa nueva experiencia vas a sacar algo en claro: nuevos conocimientos, contactos, nuevas formas de ver las cosas…
De nuestro experimento viviendo al lado del mar en Alicante me llevo un estilo de vida al que no quiero renunciar y, por eso nuestro siguiente movimiento se mantiene en el mediterraneo. Y tenemos claro lo que ganamos con el movimiento: casa en propiedad (inversión en lugar de gasto), poder adaptar la casa a nuestras necesidades (que después de casi 20 años alquilados en distintos sitios ya apetece) y un sinfín de temas.
Cuando me pierdo en mis miedos, rescato esta lista de cosas a ganar para volver a la buena senda.
6. Las personas tampoco son para siempre
Hay gente que se divorcia, y sigue su vida. Yo no pretendo hacerlo, pero si que he entendido con el tiempo que las relaciones personales no son siempre perennes.
La relación con las personas a las que más quiero (mi mujer, mi hijo, mi madre, mis socios, mis buenos pero pocos amigos) las cuido porque no quiero perderlas. Quizás no las cuide todo lo que debiera (no soy el mejor en esto, lo se), pero le pongo empeño para que perduren.
Pero otro tipo de relaciones, tengo claro que van a modificarse porque la vida cambia mucho.
Sobre esto hablaba esta semana Pepe Martín con sus invitados en el podast de Minimalism, tratando de normalizar temas importantes en una empresa como el despido. Para mi es un podcast a escuchar porque te da un contexto que todos tenemos claro, pero muchas veces olvidamos.
He sufrido, y seguramente seguiré sufriendo siempre, cuando despido a alguien. Hay mucha carga emocional ahí desde muchos puntos de vista. Pero cuando tienes claro que algunas relaciones nacen con el objetivo de acabar muriendo por distintos motivos (y la mayoría de ellos ajenos a ti), aceptas estos cambios con otra perspectiva.
No tomes decisiones para siempre
O al menos plantéate que lo más probable es que, con suerte, duren unos años. No te hagas daño de más, no te calientes la cabeza con cosas que no van a pasar. Simplifica tu esquema de toma de decisión entendiendo que la gran mayoría, incluyendo esas cosas que te están rondando ahora mismo la cabeza, son decisiones pasajeras. Cosas de la vida, que tanto vienen como van.
No trates de ser Rappel con su bola de cristal y súbete al escenario a comerte el mundo como hacía Bunbury, cantando con todas tus energías:
“La derrota no es una opción
Y no hay excusas
Parasiempre me parece mucho tiempo”
Mis otras cosas
Esta semana se acaba el super precio con descuento de nuestro Programa de Growth para eCommerce. Si tienes o trabajas en un eCommerce o DNVB, yo que tu no me lo perdería.
En el podcast entrevisto a Guili Moreno, fundador de Capchase, una startup española que ha levantado +900M$ para financiar el crecimiento de los SaaS.
En Mumbler charlamos Pol y yo sobre el burnout del creador y cómo evitar que llegues a explotar por saturación tanto si eres creador de contenido como si eres una persona que crea otro tipo de cosas (empresas, etc.).
Estoy aprendiendo cosas de
Trío de reinas se juntan en Due Diligence, el podcast de Claudia Giraldo, Iolanda Rubio y Janira Planes. 3 cracks que sigo en redes sociales, que tienen una energía de flipar y que se montan un podcast bastante interesante. Que hace falta sangre fresca en el circuíto podcastil tech.
Mis libros
En “PsychoGrowth I: Hackeando el cerebro de tus compradores” profundizo en cómo podemos usar los sesgos cognitivos y el funcionamiento del cerebro de nuestros usuarios para afectar a su toma de decisión.
En “Futuros Posibles” recopilo los mejores relatos de ciencia ficción que abordan cómo la ciencia y la tecnología van a moldear nuestra sociedad.
Gracias. Este comentario no será para siempre jajajaja. Pero hoy es muy importante resaltar lo grandioso que nos dejas en este boletín, ¡vale oro!
Cuanta razón!! Muchas gracias por la entrada, a veces hacemos cosas de forma inconsciente y al leerlas como y sido este caso de das cuenta de que eso que has hecho alguna vez sin buscarlo está bien y debes hacerlo más a menudo. Espero poder compartir un día de estos con café contigo en Castellón y/o Benicasim. Saludos!