No hay conversación más importante que la que falta. Porque si falta, de nada sirve.
Y en el fondo lo sabemos. Lo sabemos todos. Y aunque nos juguemos mucho, o nos lo juguemos todo, preferimos aguantar un día más sin levantar la alfombra. Porque detrás de muchas conversaciones que no se tienen, nos encontramos auténticas montañas de mierda que nadie quiere oler.
Pero ya sabes, por mucho que escondas la mierda debajo de la alfombra, como poco tu la sigues oliendo.
Nos dejamos muchas conversaciones importantes sin tener. De hecho, por lo general, las más importantes. Tanto con nuestros socios, nuestras parejas, y con interlocutores todavía más relevantes.
Las conversaciones que no se tienen con los socios
Emprendiendo en compañía es habitual no abordar multitud de conversaciones. Muchas veces por desconocimiento o falta de visión a futuro. Es complicado anticiparse a muchas de las cosas que pueden pasar y, sobre todo, complicado ponerse en la piel de que te vayas a acabar jugando mucha pasta cuando todavía estás arrancando.
En muchas otras ocasiones nos da reparo o no queremos generar un conflicto cuando todavía no parece algo necesario. Solemos emprender con amigos, o al menos colegas, y parece que no es lo que toca.
Pero siempre sale mucho más caro hablar estos temas tarde. Porque cuando se hablan tarde entonces vienen las “guerras entre socios”. Se generan heridas muchas veces mortales, o como poco cicatrices profundas, que escuecen de por vida. Las amistades se transforman en “prefiero no tenerlo que ver” y los negocios acaban yendo a pique, siendo un lugar donde nadie quiere trabajar o acabando vendiéndose a derribo porque toda la magia y energía se ha ido en gilipolleces.
La primera gran conversación que no se suele tener es el nivel de implicación que va a tener cada uno. Esto ha generado un problema típico en el emprendimiento que es repartir el porcentaje inicial que tiene cada socio fundador de la compañía en partes iguales. Partes iguales pero sin haber determinado siquiera si la implicación, lo que se juega cada uno y el valor que se aporta es el mismo.
Por aquí hemos pasado muchos. En los inicios de BrainSINS, nos costó romper con uno de los socios iniciales por no estar alineados en la implicación mínima para empujar el proyecto. La realidad es que todos quieren la gloria del emprendedor exitoso, pero casi nadie está dispuesto a comerse la mierda que se vive realmente, sobre todo en los inicios.
Esta implicación puede cambiar con el tiempo, y siempre es mejor generar la conversación cuando el contexto cambia, que mirar a otro lado a ver si se soluciona solo.
Por ejemplo, un proyecto donde soy cofundador, Mumbler, lo creamos como un side project y fue cogiendo cierto tamaño y nuevas necesidades con el tiempo. El proyecto necesitaba más tiempo y yo no podía dárselo. El gran Pol Rodríguez, mi (súper) co-fundador, estaba dispuesto a empujar el proyecto con todas sus fuerzas. En ese momento planteé la conversación: “yo no puedo seguir tan implicado, pero si no lo voy a estar tampoco es justo que mantengamos el 50% de las acciones cada uno”. Abordándolo de forma directa pudimos plantear un escenario más adecuado para el aporte de valor de cada uno de nosotros al proyecto. Cedí (encantado de la vida) parte de mis acciones a Pol, otra parte a nuestros advisors y sigo apoyando el proyecto ayudando a Pol cada vez que me necesita, aportando nuevas oportunidades y también invirtiendo para que el proyecto tenga más recursos. Esto genera un contexto más propicio para el proyecto y para todos, ya que alinea incentivos con valor aportado.
Tengo claro que si tienes la ocasión de compartir camino con gente excepcional, tienes que portarte de forma brutalmente justa y agradeciendo todo su aporte. Por un lado es una forma de reconocer la suerte que se tiene, porque no es habitual dar con gente tan crack. Y, por otra parte (la más pragmática), más vale tener menos de algo que vale mucho porque todos los que podían aportar han aportado hasta su máximo, que tener mucho de algo que acaba valiendo cero porque has minado la energía de los demás antes de tiempo.
Otra conversación que no se suele tener en los inicios es lo que cada uno quiere construir o hacia dónde se quiere que vaya la compañía. Este tema es un tema que hay que tratar cada cierto tiempo, porque las ambiciones y prioridades de los socios van cambiando. Y porque lo que a un inicio parecía imposible ahora ya puede ser real y te cambia la perspectiva, para un lado o para otro.
De hecho, en Product Hackers llevamos unos meses alineándonos con este tema. Porque empezamos a tener un tamaño de compañía que ya es jugoso para determinadas estrategias más pasivas (generación de dividendos, los socios pueden vivir más tranquilos…) pero también estamos disfrutando de un momentum que invita a crecer como nunca.
Para mi la reflexión era clara. Personalmente estoy en un momento vital donde me quiero comer el mundo. Y estoy seguro que puedo hacerlo. Tengo las ganas, la energía y la capacidad de enfrentarme a lo que sea. No me plantearía seguir o embarcarme en un proyecto que no aspire a lo más grande, porque sería desaprovechar mucho potencial. Además, quizás en unos años (no lo creo, pero nunca se sabe), esa energía ya no esté o no sea tan palpable. Hemos venido a jugar, y como poco esta partida vamos a jugarla a lo grande.
Lo bueno de replantear estos temas con tus socios es poder entender el alineamiento. En nuestro caso estamos todos alineados en generar impacto mundial y vamos a ir a por todas. Pero si en las conversaciones no hubiéramos estado alineados, es mejor saberlo a tiempo y tomar el control de tu futuro que seguir evitando la conversación y marchitándote por dentro.
Estos son solo algunos ejemplos básicos, pero hay muchos otros temas que no se suelen abordar con socios, pero hay que tocarlos más pronto que tarde antes de que empiecen a oler demasiado.
Las conversaciones que no se tienen con tu pareja
Por lo general se dedica poco tiempo a reflexionar sobre quién quieres que te acompañe durante tu vida, qué esperas y qué estás dispuesto a dar. Como comentaba en su día, somos el promedio de las 5 personas que nos rodean, y seguramente una de las decisiones con más impacto en tu vida es la decisión sobre tu pareja.
Más allá de la decisión en si misma (sobre la que profundizo en el post enlazado en el párrafo anterior), con tu pareja hay que hacer mucho trabajo para que las cosas vayan bien. Lo cuál es lógico, porque todo en esta vida lleva cariño y esfuerzo para que funcione adecuadamente. Y cuanto más importante, más cariño, más trabajo y también más retorno.
Hay gente que no mantiene ni las conversaciones más básicas de pareja antes de tomar grandes decisiones. Gente que se casa sin haberse alineado en temas clave como si queremos tener hijos o no. Decisiones que luego implican rupturas de cuajo, porque son realmente trascendentales.
Pero incluso en parejas que parecen estar alineadas en todos los aspectos básicos (tener hijos, cómo se entienden los roles en la pareja, aspectos laborales clave, etc.), hay conversaciones que faltan.
Por ejemplo, muchos emprendedor@s y apasionados de lo que hacen, no son siquiera conscientes de mantener una conversación clara con sus parejas acerca de cómo es de importante en su vida el proyecto que están llevando adelante. Sin tener esas conversaciones, se genera una gran frustración en las parejas ante comportamientos básicos como el cómo se enfrenta cada uno ante el tiempo libre, las vacaciones, o cualquier otro evento/decisión donde una parte va a primar el tiempo en familia y el otro va a tratar de mantener al menos una parte relevante de ese tiempo para el trabajo.
Y es que aunque cada uno tengamos una opinión fuerte sobre esto, la realidad es que para que la pareja funcione (y más cuando hay hijos), sobre todo hay que estar en la misma página. Hay que hablar, dejar claros los límites y necesidades de cada uno y llegar a consensos que permitan ser, al menos, una pareja o familia funcional.
A mi me costó años, entre otras cosas porque ni sabía muy bien lo que yo mismo necesitaba, pero con el tiempo he ido teniendo estas conversaciones. Para mi es muy importante compartir tiempo con mi hijo y mi familia (tener tiempo todos los días para llevarle al cole, bañarnos en la piscina cuando vuelve del cole, jugar un rato…) pero también necesito mucho tiempo y sobre todo espacio mental para mis proyectos y para mi mismo.
Por suerte, mi mujer no solo lo sabe tras las conversaciones que hemos tenido, si no que también lo acepta, comprende, respeta y pone de su parte. Gracias a las conversaciones que hemos tenido para esto, también tengo claras sus necesidades, sus límites y las cosas que impepinablemente espera de mi. Cuando todo está hablado, es fácil contentar a todas las partes. Y si no se pudieran contentar, al menos sabrías el problema que tienes entre manos.
Es relativamente común que mi mujer haga planes con alguna de sus hermanas y sobrinos y yo aproveche ese tiempo para trabajar, avanzar en algún proyecto o para irme con la bicicleta unas horas a entender cómo estoy. Sabiendo lo que necesita y le viene bien a cada uno, podemos tener esos espacios que cada uno necesitamos, que nos llenan cada uno a su manera, y no sentirnos mal por ello. También tenemos nuestro tiempo y espacios juntos, y cuando todo tiene su equilibrio, todo sabe mejor. Una pareja o familia no tiene que estar todo el rato juntos si no es lo que necesitan, ni tiene que comportarse igual que otras parejas. Cada persona y cada relación es un mundo, y necesita lo que necesita.
Las conversaciones que no se tienen con uno mismo
El trasfondo de muchas conversaciones que no se tienen con socios, pareja, familia o amigos se encuentra, habitualmente, en conversaciones que no se han tenido siquiera con uno mismo.
¿Realmente me llena o lo que hago o a lo que me dedico?
¿Me apetece compartir tiempo con estas o esas otras personas? ¿Me aportan algo o estaría mejor en otro sitio?
¿Cuáles son mis ambiciones?
¿Quiero tener una vida más tranquila y tener más tiempo de ocio o prefiero perseguir ambiciones mas profesionales?
¿Cómo me veo viviendo o qué me veo haciendo en unos años?
¿Cómo de importante es esto para mí?
¿Realmente estoy dispuesto a hacer todo lo que requiere este nuevo rol o reto o prefiero estar haciendo otra cosa?
Cualquier respuesta es buena. Y esto es importante entenderlo porque muchas veces no respondemos de verdad estas preguntas, si no que contestamos con lo que creemos que los demás o la sociedad espera de nosotros.
Mientras vivimos en ese engaño, mientras contestamos en piloto automático en lugar de tener la conversación interna con nosotros mismos, no estaremos solucionando nada, solo enterrando más mierda debajo de la alfombra.
Entenderse, aceptarse, conocerse a fondo es la clave para que todo pueda funcionar cada día un poco mejor. Porque mientras no tienes claro lo que quieres, lo que necesitas… lo que eres, no puedes mantener conversaciones reales con la gente que más impacta en tu vida.
Debemos aprender a desnudarnos, quitarnos prejuicios y presiones sociales, ser capaces de vernos desnudos en el espejo sin reprocharnos tanto, sin querer ser algo que no somos.
Cuando aceptamos de corazón ese reflejo, es cuando empezamos a tener las conversaciones realmente importantes y dejamos de seguir cagándola una y otra vez y empezamos a construir un futuro mucho más real y sólido.
P.D.1: Supongo que ahora que mi peque ya tiene +4 años me tocará ir descubriendo también las conversaciones importantes que hay que tener con tus hijos. Que tampoco creo que sean ni pocas ni menores 😅
P.D.2: Y tú… ¿Que conversaciones no has tenido que deberías tener? ¿Cuál es la conversación vital más relevante que has evitado pero deberías haber tenido? 🤔
Corti, 22 de agosto de 2024.
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Gracias por la transparencia y realidad, Corti.
A veces me lees la mente...
Me lo guardo (para aplicar cosas, no para que no cojee la mesa), gracias chato :)