Esta semana crecemos y aprendemos con Frankie Carrero. Frankie es una de las personas que más me ha influenciado en toda mi vida. En teoría socio, en la práctica un hermano mayor de auténtico lujo. Ahora mismo Frankie es Director de Data & AI en VASS, y últimamente nos hemos buscado la excusa de la Tertul-IA para charlar con él y con Luis Martín, al menos cada dos semanas.
No sé si por casualidad, o porque te fijas más en las cosas cuando tienes algún tipo de relación cercana con ellas, pero últimamente he leído y escuchado unas cuantas veces esta famosa frase que dice que “ninguna buena acción queda sin castigo”.
Mi reacción ante este dicho tiende a ser siempre la misma: de primeras me parece ingenioso, pero, cuando luego lo pienso un poco, las implicaciones que tiene tomárselo al pie de la letra me parecen peligrosas, y me surgen un montón de preguntas.
¿Por qué ayudar a alguien puede terminar reportándote un castigo? Y, entonces, si es así, ¿por qué ayudamos? ¿Realmente lo hacemos por altruismo, o es más bien por el egoísmo de sentirnos mejor? ¿Buscamos como objetivo que alguien nos deba un favor? ¿Lo hacemos porque pensamos que así vamos a acumular puntos para mejorar nuestro karma? Y luego está el efecto cadena: si ayudamos a una persona, ¿a quién estamos perjudicando, y cómo?
Hace años para mí las respuestas estaban muy claras, y eran todas de corte muy blanco, como las que daría el típico paladín de una novela de Fantasía Épica: “ayudar a quien lo necesita siempre es bueno, y hay que hacerlo sin esperar nada a cambio”. Supongo que veía las cosas con un tono idealista y una perspectiva más “buenista”. Sin embargo, esto de peinar canas te hace darte cuenta de que las cosas no son nunca blancas o negras, y te ayuda a verlas con otra perspectiva que no sabría decir si es más pesimista o simplemente más realista.
Más allá del sarcasmo de una frase que trata de desanimarnos a realizar buenas acciones por si se pueden volver contra ti, la realidad es que lo que parece una gran idea en nuestra cabeza en muchas ocasiones se convierte en algo completamente distinto cuando se hace realidad (el amigo Murphy siempre enredando, ¿verdad?). Al final, que la acción tenga las mejores intenciones no significa que no esté equivocada, o que no pueda provocar que otro se aproveche de ella de una manera que se vuelva contra el destinatario, o contra ti, o vete a saber cuántas otras cosas más que se puedan torcer.
Yendo a mi caso personal, os diré que en los últimos meses he visto cómo algunas acciones que he realizado con la mejor intención del mundo se han convertido en considerables “bolas de mierda” que iban creciendo con el tiempo y con las reacciones que se iban provocando. Después de darle algunas vueltas, me he dado cuenta de que me deben dar igual las verdaderas intenciones que existan detrás de una buena acción, y que solamente hay dos preguntas que me deban importar: primero, ¿esta persona quiere mi ayuda?, y segundo, ¿quién puede salir perjudicado en el proceso? (Porque sí, cada vez que apoyamos a alguien hay al menos otra persona que sale perjudicada, aunque sea de forma leve e indirecta).
Para contestar a la primera pregunta, y con la perspectiva que te da el “toro pasado”, veo que no, que mi ayuda en alguno de estos últimos casos no solo no era bienvenida, sino que estaba mal interpretada y mal aceptada. Y si nos vamos a la segunda, la realidad es que en el proceso hemos salido perjudicados los dos, pero también hemos afectado, en mayor o menor medida, a mucha gente que estaba a nuestro alrededor.
Entonces, ¿todo mal? ¿Significa eso que no debamos ayudar?
Personalmente, ayudar no me parece negociable, tanto si se hace por fines altruistas como si hay un interés personal detrás. Tampoco creo que únicamente debamos esperar a que alguien solicite nuestra ayuda, y se la podemos ofrecer igualmente. Simplemente, esto me enseña a asegurarme de que mi intervención es realmente necesaria y que mi apoyo va a ser bien recibido. Vamos, como suele pasar con la mayoría de los problemas que se producen en nuestro día a día, creo tengo que tratar de poner mayor foco en mantener una buena comunicación.
Y sobre lo de tratar de no perjudicar a otros, también considero que es algo importante, y mucho, aunque seguramente es algo mucho más difícil de solucionar. Y es que la vida es lo suficientemente compleja como para que no seamos capaces de prever todas las reacciones que se pueden producir con cada decisión que tomamos. Pero sí, seguiré tratándolo de tener en cuenta antes de lanzarme a la piscina.
Y tú, ¿cómo lo ves? ¿Alguna vez te has sentido castigado por realizar una buena acción?
Frankie Carrero, 14 de marzo de 2024.
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Muy interesante, Corti. Aprecio leer tus perspectivas y cómo van cambiando. … discrepo en que si ayudas a alguien siempre esté castigado en el otro lado, porque no creo que la vida es suma cero. Creo que se puede ser suma positiva 😊