En la vida fallamos más que acertamos. En definitiva, el camino del aprendizaje es un camino lleno de fracasos.
Resulta muy obvio cuando te fijas en cómo aprende un bebé a andar. Se tira días y días intentándolo. Tropezándose todo el rato, cayéndose sin parar. Hasta que, un día, coge carrerilla y ya no hay quién le pare. Para conseguir dar cinco pasos seguidos bien, ha tenido que hacer miles de intentos fallidos.
Hace poco Roger Federer, indiscutiblemente uno de los mejores tenistas de la historia, compartía que en los 1.526 partidos que ha jugado en su carrera consiguió ganar sobre el 80% de esos partidos. Pero en esos mismos partidos solo fue capaz de ganar el 54% de los puntos. Incluso los mejores tenistas del mundo apenas ganan la mitad de los puntos.
Hablamos en su momento del libro “Fracasar para avanzar” de Ramón Blanco, que es también un gran ejemplo de que hay que visibilizar el fracaso. Ramón es uno de los grandes emprendedores e inversores de nuestro país (y un tío cojonudo, también hay que decirlo). Y en el libro visibiliza alguno de sus principales (y fuertes) fracasos, así como de otros profesionales muy reconocidos.
Visibilizar el fracaso ayuda a otros a normalizarlo y, de esta forma, ser capaces de enfrentarse a los complejos retos a los que te tienes que exponer para lograr los objetivos más complicados.
Ahora bien, visibilizar el fracaso hacia afuera es tan importante, como gestionarlo adecuadamente hacia nuestro interior. Por esto creo que es importante utilizar adecuadamente el lenguaje, elegir bien las palabras que usamos en cada momento.
En mi caso, me he encontrado a veces regocijándome de dolor con mis propios fracasos. Incluso cuando no eran tan relevantes, pero el mero hecho de hablarme internamente en clave de fracaso, siento que hace que reabra heridas internas, así como que me hable no en los mejores términos.
Por eso desde hace un buen tiempo, me hablo a mi mismo en clave de experimentos. Cuando haces algo decidido, teniendo todas las variables claras, acabas triunfando o fracasando en función de que cumplas o no las expectativas. Pero cuando abordas algo que tiene un elevado nivel de incertidumbre en clave de experimentación, entiendes que el fallo es el resultado más probable, y cambia tu discurso interno.
Aprendo lo mismo o incluso más, pero me torturo menos, si en mi conversación interna reviso experimentos que haya hecho y hayan salido mal, que si estoy continuamente recordándome fracasos o momentos donde la he cagado.
Cada uno lo vive de una forma distinta, y las palabras y conceptos le pueden tocar más o menos. Pero espero que esta reflexión te sirva para pensar. Y que si hablas mucho en clave de fracaso y es algo que te duele o incluso te paraliza a la hora de seguir avanzando, te lo puedas replantear en clave de experimentos, para aliviar tu mochila y centrarte en seguir aprendiendo y experimentando.
Corti, 3 de julio de 2024.
¡Apoya mi nuevo libro: “Experimenta o muere”!
Estoy de enhorabuena porque acabo de anunciar la campaña de difusión de mi próximo libro “Experimenta o muere: el futuro de los negocios en la era de la incertidumbre”.
Escrito junto a mis compañeros de viaje Luis Díaz del Dedo (CEO de Product Hackers), Juanma Varo (nuestro Head of Growth) y Javier Lipuzcoa (nuestro mayor experto en experimentación, “Experimenta o muere” pretende elevar la experimentación en productos digitales unos cuantos niveles en las organizaciones, para conseguir que cuaje la Cultura de la Experimentación en todos los entornos de negocios.
Este libro no solo profundiza en el arte y la ciencia de la experimentación, sino que también desmitifica cómo las grandes empresas y las startups pueden cultivar una cultura de innovación duradera y eficaz.
Muchas gracias. Es difícil trabajar en uno mismo para disminuir el impacto de las pajas mentales, re conocer la realidad y seguir a delante.
Muy de acuerdo con esto. Las palabras tienen poder porque se clavan en nuestra cabeza y nos las creemos sin darnos cuenta, por eso hay que intentar ser siempre positivos y tener la capacidad de controlar nuestra impulsividad, dejar que las cosas se enfríen y entonces vemos que no son para tanto. Gracias por esta reflexión 👌🏼