En el mundo de la comunicación instantánea, sentimos la necesidad de posicionarnos todo el tiempo.
Tienes que opinar sobre política, sobre el cambio climático, sobre lo que hizo tal empresa, sobre el último vídeo viral, sobre el modelo educativo, sobre la inteligencia artificial, sobre cómo debe dormir un niño de dos años. Si no opinas, parece que estás evadiendo. Si opinas tarde, parece que llegas mal. Y si cambias de opinión, entonces no tienes criterio.
Estamos tan ocupados en tener algo que decir, que muchas veces nos olvidamos de parar a pensar si de verdad tenemos algo que aportar.
Yo he sido de los que opinan rápido. De los que sienten la urgencia de decir algo. De los que, cuando no tienen una postura clara, se sienten incómodos. Como si el silencio fuera sinónimo de ignorancia, debilidad o falta de identidad.
Pero con el tiempo, y a base de cargarla muchas veces, he empezado a disfrutar de otra cosa: el lujo de no tener una opinión sobre todo.
No tener opinión inmediata no es no pensar. Es pensar mejor.
A veces confundimos velocidad con claridad. Pero tener una reacción rápida no siempre significa tener una comprensión profunda. Y cuando opinamos desde la urgencia, desde la presión de tener que decir algo, corremos el riesgo de repetir ideas que ni siquiera son nuestras.
Cuando te das el permiso de observar antes de juzgar, de escuchar antes de responder, de sentir antes de analizar… algo cambia. Te abres a comprender matices. A ver contradicciones. A notar que hay cosas que no se resuelven en un tuit, ni en una frase rotunda, ni en una posición clara.
Y que eso no solo está bien: es necesario.
Las mejores opiniones suelen llegar después de un rato de silencio.
En conversaciones complejas, en decisiones importantes, en temas sensibles… cada vez valoro más a las personas que se atreven a decir: “No lo sé aún”, “Necesito pensarlo”, “No tengo una opinión formada sobre eso”.
No es evasión. Es responsabilidad.
Porque una opinión tiene consecuencias. Marca tu discurso, tus acciones, tu forma de estar en el mundo. Y si va a ser así, más vale que esté bien trabajada.
Acción sin opinión también es posible
Este es el otro gran malentendido: que si no tienes una opinión, no puedes hacer nada. Pero muchas veces es al revés.
Puedes ayudar sin opinar. Puedes acompañar sin juzgar. Puedes construir sin necesidad de tener una teoría sobre todo.
Cuando nació mi hijo, me di cuenta de que no tenía opinión sobre la mayoría de cosas que implicaban ser padre. Y sin embargo, ahí estaba, aprendiendo, probando, equivocándome. A veces lo que necesitamos no es más argumento, sino más presencia.
Más acción concreta, menos opinión decorativa.
Cómo practicar el arte de no opinar (todo el tiempo)
Aprende a sentirte cómodo diciendo “no lo sé” sin necesidad de justificarte.
Espera 24 horas antes de opinar sobre algo que te genera reacción inmediata.
Observa si estás opinando porque realmente quieres aportar… o porque te da miedo no hacerlo.
Rodéate de personas que se permiten el matiz, la pausa y el cambio de perspectiva.
Y, sobre todo, recuerda esto: no tener una opinión sobre algo no te hace menos. Te hace más libre.
Más libre para escuchar de verdad. Para cambiar de opinión si hace falta. Para no entrar en debates vacíos. Para reservar tu energía mental para lo que realmente importa.
En un mundo que grita por opinar, quizás el crecimiento está en aprender a callar a tiempo.
Corti, 3 de abril de 2025.
Recursos recomendados para que sigas profundizando sobre este tema
Aquí tienes algunas lecturas que complementan y profundizan muy bien el tema de “El arte de no tener siempre una opinión”, desde distintos ángulos como la filosofía, la psicología, la toma de decisiones y la comunicación:
📖 How to Think – Alan Jacobs
Un libro brillante y breve sobre cómo pensar con matices en un mundo polarizado. Enseña a resistir la presión de opinar por pertenecer, y a cultivar una mente abierta y profunda.
📖 Silence: In the Age of Noise – Erling Kagge
Una joya sobre el poder del silencio (interno y externo) en un mundo que no para de opinar. Un libro para respirar entre tanto ruido.
📖 The Listening Society – Hanzi Freinacht
Un enfoque más profundo y filosófico sobre por qué deberíamos escuchar más como sociedad, y cómo el desarrollo personal y colectivo pasa por callar y entender antes de opinar o actuar.
🎥 The Power of Introverts – Susan Cain (TED Talk)
Ideal para entender el valor del pensamiento interno, de observar antes de hablar, y cómo muchas personas hacen su mayor contribución sin necesidad de estar opinando todo el tiempo.
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En “Futuros Posibles” recopilo los mejores relatos de ciencia ficción que abordan cómo la ciencia y la tecnología van a moldear nuestra sociedad.
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